Historia

32 COSAS SOBRE SPURGEON QUE QUIZÁ NO SEPAS.

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Rev. Stephen McCaskell

32 COSAS SOBRE SPURGEON QUE QUIZÁ NO SEPAS.

El 31 de enero de 2013 se cumplen 131 años de la muerte del gran predicador Charles Haddon Spurgeon. En su memoria quiero compartir con vosotros 32 hechos curiosos que quizá no sepáis sobre él.

1. Una mujer se convirtió al leer una sola página de uno de los sermones de Spurgeon que alguien había utilizado para envolverle la mantequilla que había comprado.

2. Spurgeon leyó "El Progreso del Peregrino" a la edad de 6 años y continuó leyéndolo hasta más de 100 veces durante su vida. 

3. Los sermones completos de Spurgeon durante su ministerio están compilados en una colección de 63 volúmenes. Contienen entre 20 y 25 millones de palabras, y son equivalentes a 27 volúmenes de la novena edición de la Enciclopedia Británica. La serie (el Púlpito de la calle New Park y el Púlpito del Tabernáculo Metropolitano) es el mayor conjunto de libros publicado jamás por un solo autor en la historia del Cristianismo.

4. La madre de Spurgeon tuvo 17 hijos, nueve de los cuales murieron en su infancia.

5. Cuando Charles Spurgeon tenía sólo 10 años, un misionero que estaba de visita, Richard Knill, dijo que aquel muchacho un día predicaría el evangelio a miles y que lo haría también en la iglesia de Rowland Hill, la iglesia protestante no anglicana más grande de Londres. Sus palabras se cumplieron al pie de la letra.

6. Spurgeon no fue admitido en la universidad porque una criada se equivocó de habitación y lo pasó a una sala diferente del despacho en el que el director estaba esperando para entrevistarle. Más tarde, él decidió no volver a solicitar su admisión cuando se convenció de que Dios le había hablado: "¿Buscas grandes cosas para ti mismo? No las busques"). 

7. La biblioteca personal de Spurgeon contenía 12.000 volúmenes, 1.000 de ellos impresos antes del año 1700. Esa biblioteca, con 5.103 libros en el momento en que se subastó, se encuentra actualmente en el Seminario Teológico Bautista de Midwestern.

 

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ARGULA VON GRUMBACH (1492-1563).

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Mujeres de la Reforma

ARGULA VON GRUMBACH (1492-1563).

 ARGULA VON GRUMBACH (1492-1563).

Argula von Grumbach fue una mujer valiente que alzó su voz y su pluma para defender la Reforma desde sus inicios. Argula tomó parte en los debates teológicos de la época, desarrollando una ardiente labor apologética a favor de las doctrinas bíblicas y en defensa de Lutero, Melanchton y otros reformadores. Se dice que fue la primera escritora protestante, y una de las pocas mujeres de su tiempo cuyos  poemas, cartas y escritos doctrinales se convirtieron en verdaderos bestsellers de la época, con decenas de miles de copias circulando entre el pueblo llano.

Argula comenzó a ser conocida por escribir en 1523 su famosa carta de protesta a la Universidad de Ingolstadt, que había obligado a retractarse de manera humillante a un joven profesor que había abrazado la fe reformada. La carta comenzaba así: "Al honorable, digno, ilustre, erudito, noble y excelso rector y a toda la facultad de la Universidad de Ingolstadt: Cuando oí lo que habían hecho a Arsacius Seehofer bajo amenazas de prisión y de hoguera, mi corazón y mis huesos se estremecieron. ¿Qué han enseñado Lutero y Melanchton excepto la Palabra de Dios? Vosotros los habéis condenado. No los habéis refutado. ¿Dónde leéis en la Biblia que Cristo, los apóstoles y los profetas encarcelaran, desterraran, quemaran o asesinaran a nadie? Nos decís que debemos obedecer a las autoridades. Correcto. Pero ni el Papa, ni el Káiser, ni los príncipes tienen ninguna autoridad por encima de la Palabra de Dios. No penséis que podéis sacar a Dios, a los profetas o a los apóstoles del cielo con decretos papales sacados de Aristóteles, que ni siquiera era cristiano. No ignoro las palabras de Pablo de que la mujer debe guardar silencio en la iglesia (1ª Tim. 1:2), pero, cuando ningún hombre quiere o puede hablar, me impulsa la Palabra del Señor cuando dijo "Aquel que me confiese en la tierra, Yo le confesaré y aquel que me niegue, Yo le negaré" (Mt. 10; Lc. 9). (...)

 

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IDELETTE DE BURE, ESPOSA DE CALVINO.

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Mujeres de la Reforma.

 IDELETTE DE BURE, ESPOSA DE CALVINO.

Mujeres de la Reforma.

IDELETTE DE BURE, ESPOSA DE CALVINO.

“Ten siempre presente lo que busco hallar en ella; porque no soy yo uno de esos enamorados locos que abrazan incluso los vicios de sus amadas cuando pierden el juicio por la hermosa figura de una mujer. La única belleza que me satisface es esta: que ella sea casta, atenta, ni demasiado bonita ni fastidiosa, económica, paciente y cuidadosa de mi salud”.

Estos eran los requisitos que Juan Calvino buscaba en una esposa. Había permanecido soltero hasta la edad de 31 años, pero sus colegas reformadores William Farel y Martin Bucer le animaban a considerar la posibilidad del matrimonio por causa de su salud, de una casa en orden y de liberarse de esas preocupaciones para servir mejor a la iglesia. Incluso llegaron a ofrecerse para echarle una mano en el asunto, pero después de dos intentos fallidos, la cosa quedó en manos de la providencia.

En 1538 Calvino marchó al exilio desde Ginebra y fijó su residencia en la ciudad de Estrasburgo, en Alemania. Durante este periodo pastoreaba una congregación de refugiados franceses entre los cuales estaban John Stordeur, de la ciudad de Liege, y su esposa Idelette de Bure. Stordeur había sido anabaptista, y se dice que se convirtió a la fe reformada a través de Calvino. Dos años más tarde, la peste asoló Estrasburgo llevándose la vida de Stordeur y dejando a su esposa viuda con dos niños. Aunque no se sabe nada de su noviazgo, Juan Calvino e Idelette se casaron en agosto de 1540.

En la correspondencia de Calvino encontramos muy poca información sobre los ocho años y medio que duró su matrimonio, y muy poco se sabe también de la misma Idelette, pero debió ser una mujer notable y una gran ayuda para el reformador de Ginebra. Su marido la llamaba “una mujer de raras cualidades” y “la fiel ayudante de mi ministerio”. Teodoro de Beza también la describe como una “dama sobria y honorable”.

Su vida no fue fácil. Vivir en el siglo XVI ya era bastante difícil si lo comparamos con nuestros niveles de vida actuales, con epidemias continuas, falta de cuidado médico y turbulencias civiles y políticas. Pero lo más importante y evidente era el llamamiento de Dios a la vida de su marido para recuperar y defender la fe una vez dada a los santos. Calvino creía que la lámpara de la Palabra se había extinguido del todo en Europa, y sólo podía recuperarse a través de una exposición fiel de las Escrituras. Esto implicaba predicar diez veces en quince días, dar conferencias sobre teología, y dedicar mucho tiempo al estudio y a escribir. Además de esta inmensa tarea, Calvino era fiel en las visitas a los enfermos y en pastorear el rebaño que le había sido encomendado. Así pues, Idelette no era el objeto fundamental del amor y la devoción de su marido, dado que aunque imperfecto, pertenecía a Dios. Esto requería una falta total de egoísmo y un espíritu amable y generoso en la esposa de un hombre así, que sólo podía venir de la gracia divina. Pero ella era de un solo corazón y una sola mente con su marido, porque “lo que ella siempre le aconsejaba era ser fiel a Dios a cualquier precio; y para que no se viera tentado a apartarse de su misión o a apartar el cumplimiento consciente de su deber pensando en la comodidad de su mujer, ella le aseguraba siempre su voluntad para compartir juntos los peligros que pudieran sobrevenirle”.

Idelette vivió bajo la sombra de la persecución tanto en casa como en el extranjero. Su marido era considerado como un gran hereje por la Iglesia Católica Romana, y habría sufrido el mismo destino que otros mártires protestantes franceses de haber sido capturado. En Ginebra su vida se hallaba bajo constante amenaza por parte de los Libertarios, que se oponían a todas sus reformas morales. No sabía si un día lo arrojarían al río para que se ahogara o al día siguiente lo lincharía una multitud enfurecida. Algunos ciudadanos le ponían a sus perros el nombre de Calvino para demostrar públicamente su opinión acerca de él.

A todo esto se añadió aún más tristeza. Su primer hijo, Jacques, nació prematuramente en 1542 y murió poco después. Pero incluso en aquella desgracia, la soberanía de Dios fue un ancla para sus almas. “El Señor ciertamente nos ha infligido una amarga herida con la muerte de nuestro hijo. Pero Él es Padre y sabe lo que es necesario para sus hijos”. Dos años después, Idelette dio a luz a una hija que moriría de fiebres, y más tarde a un tercer hijo que también murió en la infancia, de lo cual ella nunca se recuperó.

Calvino no se separó de la cama de su esposa hasta que murió a la edad de 40 años en marzo de 1549, probablemente de tuberculosis. Pierre Viret describe la condición de su amigo como “un corazón tan roto y lacerado” que a la vez buscaba la fuerza para que la pena no lo venciera y poder seguir cumpliendo con sus deberes. Calvino nunca volvió a casarse.

Respecto al impacto duradero que Idelette supuso en la vida y el ministerio de su marido, dejaremos que sea el propio Calvino el que hable por sí mismo: “Sabes bien qué tierna, o más bien blanda, es mi mente. Si no se me hubiera concedido un poderoso autocontrol, no podría haber resistido tanto tiempo. Y ciertamente, la mía no es una clase de dolor corriente. He sido privado de la mejor compañía de mi vida, de una que, si hubiera estado así dispuesto, habría compartido con gusto no sólo mi pobreza sino también mi muerte. Durante su vida, ella fue la fiel ayudante de mi ministerio. Nunca experimenté por su parte la más mínima pega. Nunca me creó ningún problema, y procuraba no preocuparme durante todo el curso de su enfermedad, y estaba más ansiosa por sus hijos que por ella misma. Como yo me temía que estas preocupaciones mías podrían molestarla, tres días antes de su muerte le mencioné que no dejaría de cumplir con mi deber hacia sus hijos. A lo que ella, yendo directamente al grano, respondió: “Ya los he encomendado a Dios”. Cuando le dije que no me impidiese cuidar de ellos, ella contestó: “Ya sé que no dejarás de cuidar lo que sabes que te ha sido encomendado por Dios”. Su bondad era tan grande que parecía haber abandonado ya el mundo.

Sobre la hora sexta del día, en la que entregó su alma al Señor, nuestro hermano Bourgouin (un anciano de la iglesia de Ginebra) le dirigió algunas piadosas palabras, y mientras lo hacía, ella habló en voz alta, para que todos vieran que su corazón se estaba levantando por encima de este mundo. Porque estas fueron sus palabras: “¡Oh resurrección gloriosa! ¡Oh, Dios de Abraham y de todos nuestros padres, en Ti tan confiado los fieles durante tantos siglos pasados, y ninguno de ellos confió en Ti en vano! ¡Yo también esperaré!”

Persis Lorenti.

http://christinalangella.com/2011/11/02/women-of-the-reformation-idelette-de-bure-calvin-by-persis-lorenti/
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ANNA REINHARD, ESPOSA DE ZWINGLIO.

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Cristianos en la HIstoria. (Mujeres de la reforma)

Anna Reinhard, a la que su marido siempre se refería como “su queridísima ama de casa”, fue la amada esposa de Ulrico Zwinglio. La gente también se refería afectuosamente a ella como “la Dorcas apostólica”, lo cual arroja mucha luz sobre el caritativo corazón de esta alma amable.

Anna nació en 1487 y se convirtió en una hermosa mujer que se casó con John Meyer von Knonau, que procedía de una familia aristocrática, al contrario que ella. Cuando su padre descubrió el matrimonio, le desheredó, dejando a John y a su familia que se apañaran por su cuenta. En 1511, John tuvo que unirse al ejército suizo y viajar a Italia para luchar en la guerra contra Francia. Después de muchas campañas militares, regresó a casa gravemente enfermo y murió poco después, dejando a Anna con tres niños: un hijo y dos hijas.

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CRISTIANOS EN LA HISTORIA.

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El pasado 20 de Abril de 2009, iniciamos una serie de artículos biográficos sobre creyentes confesos que dejaron un importante legado.
El motivo de publicar estas “mini-biografías” tituladas Cristianos en la Historia, parte de una inquietud personal que viene dada al leer la biografía de Jonathan Edwards. Para mí fue de mucha bendición y de ayuda, por lo que creí que sería bueno compartir con los demás algunos aspectos de la vida de hombres de fe cuyas biografías se han escrito para comprobar las grandes y maravillosas obras que el Señor ha hecho por su pueblo, aun en medio de tanto dolor y sufrimiento.
A medida que uno va leyendo sobre la vida de otros hermanos va tomando conciencia de la obra de Dios a lo largo de la historia, y ya que en su voluntad y providencia ha querido que las vidas de estos hombres hayan quedado en los escritos, es un buen asunto poder usar un poco de nuestro tiempo para leerlos.
No hay que decir que estos artículos son una pequeña toma de contacto para dar a conocer a estos hombres, pues para entrar en más detalle existen biografías más extensas, dignas de leer con más detenimiento.
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